"el caso de Jack Vance era (o es, porque a sus noventa y cinco años sigue estando entre nosotros) bien distinto. Nunca intentó embaucar a nadie, y sin embargo no faltaban quienes afirmaban —entre efluvios aromáticos varios, supongo— que el novelista norteamericano era un alienígena disfrazado. Algo que a él mismo le parecía ridículo: sólo había que verlo tocando el banjo para entender que no tenía demasiada intención de que nadie lo tomase por extraterrestre, sino por un californiano de pura cepa...
, el presunto alienígena, era un escritor de fantasía y ciencia-ficción como otro cualquiera, que alternaba relatos de dragones y magia con otros situados en planetas perdidos en rincones lejanos de la galaxia, protagonizados por razas alienígenas de lo más variopinto...
no era exactamente un gran literato, o al menos no un escritor completo. Sus argumentos no solían ir más allá de la aventura estereotipada y sus personajes eran, por lo general, más bien planos y desdibujados. Por otra parte, su literatura no tenía la profundidad científica y filosófica de un Arthur C. Clarke, ni la poesía de un Ray Bradbury, ni la complejidad metafísica de un Philip K. Dick, ni la profusión de ocurrencias tecnológicas y argumentales de un Isaac Asimov...
hay un aspecto que lo convierte en un clásico de la ciencia-ficción. Un clásico “menor”...
Una seductora característica de su literatura fue lo que hizo que algunos de sus seguidores llegasen a insinuar que el escritor procedía de otro planeta. Esta característica era su desbordante imaginación a la hora de describir aquellos mundos lejanos y sus culturas alienígenas, con una singular inventiva que estaba al alcance de muy pocos maestros del género. Sus novelas y relatos de ciencia-ficción, si bien superficiales en la forma, no sólo suelen resultar muy entretenidos —rara vez decepciona en ese aspecto— sino que están repletos de detalles fascinantes e inesperados, producto de una fantasía admirablemente florida...
el mejor ejemplo de toda esta capacidad para recrear mundos increíbles es el “ciclo de Tschai” (también llamado “ciclo del planeta de la aventura”), una serie de cuatro novelas breves ambientadas en el planeta del mismo nombre, tituladas en su versión española Los Chasch, Los Wankh, Los Dirdir y Los Pnume. Cuatro novelas que conforman una única historia...
La riqueza y variedad de peculiaridades de todas estas razas, especies, subespecies y etnias termina transformando lo que formalmente parece una serie de novelitas de aventuras convencionales en un verdadero ejercicio de antropología especulativa. Jack Vance quizá no es hábil dándole forma a los individuos, pero sí lo es, y mucho, a la hora de construir las sociedades de las que esos individuos proceden...
Esta combinación entre sociología, psicología grupal y antropología aplicadas a razas totalmente inventadas es el núcleo principal y el auténtico atractivo del ciclo del “planeta de la aventura”. Los cuatro libros están repletos de una cuidada atención al detalle sociológico, y como comentaba al principio terminan teniendo más valor como documental ficticio que como mera aventura (aunque jamás deja de haber acción y jamás aburre, más bien al revés: engancha)...
En definitiva, cuatro libros muy entretenidos y muy recomendables para cualquier aficionado a la ciencia-ficción, que pocas veces habrá encontrado un muestrario tan asombrosamente redondo de rarezas extraterrestres y culturas de un exotismo hipnótico. Creo que ningún amante del género quedará indiferente tras haber conocido Tschai y todo lo que hay en él..."
El Ciclo de Tschai, sociología extraterrestre
, el presunto alienígena, era un escritor de fantasía y ciencia-ficción como otro cualquiera, que alternaba relatos de dragones y magia con otros situados en planetas perdidos en rincones lejanos de la galaxia, protagonizados por razas alienígenas de lo más variopinto...
no era exactamente un gran literato, o al menos no un escritor completo. Sus argumentos no solían ir más allá de la aventura estereotipada y sus personajes eran, por lo general, más bien planos y desdibujados. Por otra parte, su literatura no tenía la profundidad científica y filosófica de un Arthur C. Clarke, ni la poesía de un Ray Bradbury, ni la complejidad metafísica de un Philip K. Dick, ni la profusión de ocurrencias tecnológicas y argumentales de un Isaac Asimov...
hay un aspecto que lo convierte en un clásico de la ciencia-ficción. Un clásico “menor”...
Una seductora característica de su literatura fue lo que hizo que algunos de sus seguidores llegasen a insinuar que el escritor procedía de otro planeta. Esta característica era su desbordante imaginación a la hora de describir aquellos mundos lejanos y sus culturas alienígenas, con una singular inventiva que estaba al alcance de muy pocos maestros del género. Sus novelas y relatos de ciencia-ficción, si bien superficiales en la forma, no sólo suelen resultar muy entretenidos —rara vez decepciona en ese aspecto— sino que están repletos de detalles fascinantes e inesperados, producto de una fantasía admirablemente florida...
el mejor ejemplo de toda esta capacidad para recrear mundos increíbles es el “ciclo de Tschai” (también llamado “ciclo del planeta de la aventura”), una serie de cuatro novelas breves ambientadas en el planeta del mismo nombre, tituladas en su versión española Los Chasch, Los Wankh, Los Dirdir y Los Pnume. Cuatro novelas que conforman una única historia...
La riqueza y variedad de peculiaridades de todas estas razas, especies, subespecies y etnias termina transformando lo que formalmente parece una serie de novelitas de aventuras convencionales en un verdadero ejercicio de antropología especulativa. Jack Vance quizá no es hábil dándole forma a los individuos, pero sí lo es, y mucho, a la hora de construir las sociedades de las que esos individuos proceden...
Esta combinación entre sociología, psicología grupal y antropología aplicadas a razas totalmente inventadas es el núcleo principal y el auténtico atractivo del ciclo del “planeta de la aventura”. Los cuatro libros están repletos de una cuidada atención al detalle sociológico, y como comentaba al principio terminan teniendo más valor como documental ficticio que como mera aventura (aunque jamás deja de haber acción y jamás aburre, más bien al revés: engancha)...
En definitiva, cuatro libros muy entretenidos y muy recomendables para cualquier aficionado a la ciencia-ficción, que pocas veces habrá encontrado un muestrario tan asombrosamente redondo de rarezas extraterrestres y culturas de un exotismo hipnótico. Creo que ningún amante del género quedará indiferente tras haber conocido Tschai y todo lo que hay en él..."
El Ciclo de Tschai, sociología extraterrestre
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