"—¿En su biografía contestará a las críticas que recibió de otros colegas?
—Han querido y quieren maltratarme, pero yo no me siento maltratado porque me resbalan las críticas. En segundas autopsias he descubierto datos que no se habían visto en la primera autopsia y eso ha originado que cuando yo intervengo teman que halle algo no visto antes. Para que yo hiciera una segunda autopsia, otros forenses han llegado a mandarme cadáveres sin vísceras o mutilados.
—¿Hubiera sido muy diferente su vida de haberse marchado a EE.UU?
—Totalmente. Me pesa no haberme ido porque creo que he quemado inútilmente muchos años de mi vida. En el extranjero se ayuda a la persona que tiene méritos, que es emprendedor... Aquí a veces surge el deporte nacional: la envidia. Cuando yo volví a España después de formarme en el extranjero hubo gente muy relevante que me criticó por poner fotografías en un informe. Decían: ¡Qué asco poner fotografías de muertos!...
—Usted afirmó que el síndrome tóxico no se debió al aceite de colza, sino a la ingesta de plaguicidas. ¿Por qué no le hicieron caso?
—No sé por qué, pero puedo decir que llamé al profesor Vetorazi, secretario de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando descubrí que no era el aceite de colza. En esa conversación, que tengo grabada, él me contestó que ya lo sabía. ¿Ah?"
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