"Una de las clásicas obsesiones de la prensa española es quejarse de que los diputados no trabajan demasiado.
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¿Habéis seguido alguna vez un debate en el Congreso? Es un auténtico muermo... ¿Y sabéis qué? Está bien que así sea. De hecho, es así en todas las democracias del mundo.
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Los diputados, cuando no están perdiendo el tiempo sentados en la sala de plenos, están en los despachos del Congreso repasando lo que le han pasado del ministerio, persiguiendo a gente de otros partidos para ver qué sería aceptable, negociando lenguaje de última hora para enviarlo al pleno, discutiendo detalles técnicos en una de las comisiones que preparan las leyes o leyendo toneladas de papeles, informes y estudios sobre una materia específica, a ver si lo que hacen tiene sentido. Básicamente están trabajando para que cuando una ley llegue al pleno la ley pueda ser aprobada sin demasiados problemas, negociando qué enmiendas serán aceptadas y cuadrando el texto con Moncloa.
Lo que vemos en el pleno, en la sala con los sillones y los 350 escaños, es básicamente ritual, un teatro. El Congreso, ante las cámaras, está escenificando la obra que han escrito antes entre bastidores.
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