"La democracia representativa es un fósil. Desde que se empezó a aplicar el principio de representación a principios de la edad moderna, nuestro mundo ha cambiado mucho.
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la esencia del sistema permanece inmutable: una vez que un representante recibe su mandato, éste es un cheque en blanco. Tiene cuatro años —o cinco, o dos— para hacer lo que se le antoje. Sí, está sometido a controles: los de otros representantes como él, cuyos objetivos son los mismos que los suyos. Es una idea buenísima.
La cosa es que no siempre existió el mandato representativo, sino que surgió como una respuesta a un problema. Lo opuesto al mandato representativo se llama mandato imperativo, y consiste en que el representante recibe de su electorado instrucciones sobre qué y cómo debe votar.
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si cada representante tuviera en sus manos los votos de todos sus electores y los manejase a su antojo, poco habríamos arreglado. Sin embargo, si entendemos que cada uno de esos votos ha sido delegado por un ciudadano, y que éste puede reclamarlo siempre que considere oportuno, la cosa cambia. Cada vez que queramos votar directamente en un proyecto de ley, basta con acercarnos a una oficina de correos, o una comisaría de policía y reclamar nuestro voto. Incluso a través de internet, siempre que existieran las garantías necesarias —como el DNI electrónico— para verificar la identidad del votante.
Con este sistema, la mayoría de los ciudadanos delegaría su voto cada cuatro años, como ahora. Sin embargo, esos ciudadanos aún tendrían en sus manos la iniciativa legislativa, la potestad de iniciar mociones de censura e incluso el poder constituyente. No es necesario votar cada vez, pero podrían votar cada vez que lo considerasen lo suficientemente importante o se sintieran poco representados. Los políticos dejarían de tener cheques en blanco, y empezarían a sentir lo que, los que tenemos la fortuna de tener un trabajo, sentimos cada día: que nuestros jefes están ahí, vigilando que hagamos bien nuestro trabajo, y que si no lo hacemos bien habrá consecuencias."
Un votante, un voto
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