"A partir de ahí, la dinámica falla: espoleados por las preguntas de medios de comunicación, los acampados pasan a creer que están de alguna manera obligados a presentar una especie de “programa político”, de “lista de peticiones”. Empiezan a discutir entre ellos todo tipo de temas: desde la vivienda a la nacionalización de bancos y empresas, pasando por temas como la memoria histórica o las centrales nucleares, pretendiendo llegar a unas líneas de consenso entre los presentes. Y ahí surge el verdadero problema: los presentes en las asambleas no representan a NADIE. Nadie los ha votado, nadie les ha pedido que escriban nada ni debatan nada, carecen de cualificaciones de ningún tipo para discutir esos temas, no tienen más mérito que el de haber decidido quedarse allí sentados. ¿De verdad alguien puede seriamente esperar que la resolución de los problemas de un país vaya a surgir de una serie de gente que, sin datos de ningún tipo y sin representatividad alguna, se sientan en una plaza? De las asambleas solo pueden surgir propuestas que inciden en temas que rompen esos acuerdos de mínimos antes citados, que dividen y fragmentan las protestas, que hacen que mucha gente deje de acudir a las plazas porque, simplemente, no se ven representados."
Sobre las asambleas, las acampadas y su representatividad en el movimiento 15M
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