"La experiencia laboral, la formación académica, las recomendaciones, y todo eso que los postulantes a un trabajo creían que determinaba su éxito o su fracaso en el proceso de selección, ya no valdrían nada. Para el Polo Empleo francés, el personal se elige sólo por las competencias que sea capaz de demostrar.
En el reclutamiento por simulación ya no se contratan títulos y saberes acumulados, sino personas. Mientras en las tradicionales organizaciones burocráticas no importaban los rasgos íntimos, desvinculados de lo profesional, ahora son determinantes. Para acceder a un puesto bastaría sólo con estar motivado y tener las capacidades técnicas y humanas solicitadas...
La crisis de las grandes organizaciones burcráticas también forma parte del cambio. Ya no se reclaman empleados obedientes que respondan automáticamente a un manual de instrucciones. Esa forma de trabajo no atrae a los trabajadores y ya no le conviene a los empresarios, que necesitan moverse al rítmo de un mercado mucho más fluido que antes.
“Es imprescindible que el empleado tenga cierta autonomía y creatividad en sus tareas. Las instituciones requieren que sus integrantes puedan adaptarse a los cambios con rapidez, y que aporten ideas para agilizar los tiempos de respuesta”..."
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